El ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva envió un mensaje a la convención de la central sindical estadounidense AFL-CIO (Federación Americana del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales) en el que habla de su trayectoria de sindicalista, de las conquistas del pueblo brasileño en los últimos 10 años y de las dificultades actuales de los sindicatos norteamericanos. El video, una respuesta a la invitación de la central para que hablara en el evento, fue exhibido al final del encuentro, que se realizó entre los días 8 y 11 de septiembre.
Lula contó a los sindicalistas estadounidenses las dificultades de hacer sindicalismo en Brasil en los tiempos de la dictadura y habló de la creación del Partido de los Trabajadores: “En 1980 nosotros creamos un partido político porque descubrimos que de 513 diputados, apenas dos eran trabajadores”.
El ex presidente recordó su trayectoria política para mostrar que, “a pesar de haber perdido tres elecciones para presidente, estaba convencido de que necesitaba llegar a la Presidencia para mostrar que es posible un trabajador gobierne un país del tamaño de Brasil”. Sobre su mandato, resaltó: “el mayor legado que pude dejar en la Presidencia fue la relación que establecí entre gobierno y sociedad”.
Para Lula, “el trabajador no existe solo para aplaudir a los demás. Él existe para ser aplaudido”, debe ser un protagonista de la política, no apenas un elector. El ex presidente también habló de las dificultades enfrentadas por los sindicatos norteamericanos en la relación con gobiernos y empresas que intentan dificultar la sindicalización de trabajadores en los Estados Unidos: “yo no me imaginaba que eso pudiera ocurrir en la mayor democracia del mundo”.
Lea abajo el mensaje completo:
Mi querido compañero Richard Trumka, Presidente de AFL-CIO, queridos compañeros sindicalistas estadounidenses participantes de esta convención de AFL-CIO, es con mucho placer que quiero dirigirles unas palabras.
Fui sindicalista, fui metalúrgico, fui presidente del sindicato de los metalúrgicos de ABC en San pablo desde 1975 a 1980. Era un tiempo muy difícil porque vivíamos subordinados a una dictadura militar, era difícil sindicalizar a los trabajadores y era prácticamente imposible hacer cualquier movimiento reivindicatorio, porque la represión era muy fuerte. Pero fue exactamente en función de esa represión que nosotros resolvimos rebelarnos y contraponernos al régimen autoritario, haciendo las grandes huelgas en este país que ocurrieron en 1978, ´79, ´80 y los años subsiguientes. Resolvimos desafiarlos, porque no podíamos concebir más la idea de que las empresas brasileras y multinacionales se hicieran cada vez más rica y los trabajadores cada más quedaran más pobres. Y fue exactamente a partir de ese movimiento que dimos un salto extraordinario para que pudiéramos reestablecer la democracia en nuestro país.
En 1980 creamos un partido político porque descubrí que en el Congreso Nacional de 513 diputados solo dos eran trabajadores, el resto era toda gente de clase media que no pertenecía a la clase trabajadora. Creamos un partido en el ´80 y en 1983 creamos la CUT (Central Única de los Trabajadores) que también estaba prohibido por ley crear una Central y nosotros la creamos aunque la ley no lo permitía. Y consolidamos el proceso democrático brasilero restableciendo el primer presidente civil en 1985, después de veintitrés años de militarismo.
¿Por qué es que les estoy diciendo esto? Porque perdí tres elecciones para presidente y estaba convencido que era preciso que llegase a la presidencia para probar que era posible que un trabajador gobernara un país del tamaño de Brasil, que es la sexta economía del mundo, y hacer que las cosas sucedan. Brasil, siendo un país de 200 millones de habitantes, era gobernado apenas para un tercio de la población, se daba por hecho que dos tercios o más de dos tercios tenía que ser pobre. Y nosotros, en diez años, hicimos una pequeña revolución en nuestro país. Brasil pasó de ser la décima economía del mundo, a la sexta economía mundial. En diez años sacamos a 36 millones de personas de la extrema pobreza, creamos 20 millones de empleos y elevamos a 40 millones de personas a la clase media. En diez años creamos programas sociales que revolucionaron Brasil. Creamos el programa “Luces para todos” que llevó luz eléctrica a los lugares más lejanos del Amazonas, a 14 millones de personas. Hicimos la mayor política de crédito de la historia de nuestro país para jubilados y trabajadores, que tenían prohibido entrar en un banco. Para la agricultura familiar hicimos una verdadera revolución en créditos, haciendo posible que las personas tuvieran acceso al crédito con intereses más bajos y mayor tiempo para pagar. Esa revolución que sucedió Brasil hizo que nosotros en diez años construyésemos más universidades de las que fueron construidas en cien años. Construimos en diez años dos veces y media más de escuelas técnicas, de las construidas en un siglo. Durante diez años aumentamos el salario de los trabajadores, durante diez años el salario mínimo aumentó todos los años y esto permitió que hubiese un ascenso extraordinario del conjunto de la sociedad brasilera y sobre todo de la clase trabajadora.
Pero el mayor legado que pude dejar en mi presidencia, fue la relación que establecí entre el gobierno y la sociedad. Nunca en la historia de Brasil los trabajadores participaron tanto de las decisiones como en mi gobierno. Lo primero que hicimos fue crear un Consejo de Desarrollo Económico y Social, en el que mezclábamos empresarios, banqueros, sindicalistas, indígenas, pastores evangélicos, católicos, para juntos determinar la estrategia de desarrollo del país. Hicimos 74 conferencias nacionales para discutir políticas de salud, política de educación, política de seguridad, política indígena, para cuidar de todos los asuntos del país, para que pudiésemos convencer a los trabajadores de que ellos pueden hacer la diferencia cuando están en el gobierno.
La idea básica era crear la conciencia de que el trabajador no fue hecho, él no existe sólo para aplaudir a otros, él fue hecho para ser aplaudido. Y yo estaba convencido de que tenía que probarlo y lo probé. Lo probé. Y se lo debo al suceso de mi gobierno, porque cuando deje la presidencia de la república, después de sufrir la más violeta oposición de los medios brasileros, después de sufrir, inclusive, un intento de terminar con mí mandato, probé que un trabajador tiene más competencia para gobernar el país que cualquier representante de la elite de este país. Porque no alcanza con saber teóricamente las cosas, es preciso sentir en la conciencia, en la piel y el corazón, aquello por lo que el pueblo está pasando.
Fue así que resolvimos la crisis del 2008, fue así que, a pesar de que Brasil aún sufre los efectos de la crisis que el mundo atraviesa hoy, Brasil consiguió sufrir menos, continuó generando empleos, continúo aumentando el sueldo de los trabajadores y continúo teniendo políticas de distribución de la riqueza, como hicimos con el Bolsa Familia.
Esa convicción de que un trabajador puede hacer es la certeza que quiero pasarles, compañeros sindicalistas estadounidenses. Quedé sorprendido, porque en 1975 yo iba a la puerta de una fábrica en São Bernardo do Campo a sindicalizar un trabajador y al otro día el patrón lo despedía. Creía que eso eran cosas de trabajador brasilero y sindicalista brasilero, sólo de gobierno brasilero, pero para mí sorpresa, cuando en el año 2012 fui al congreso de la UAW y constate que gobiernos estaduales estadounidenses, junto con los empresarios, no permiten que los trabajadores se sindicalicen, empresas amenazan a otros estados, gobernadores orientando al patrón para que los trabajadores no se sindicalicen, yo no imaginaba que eso podía suceder en la mayor democracia del mundo, en el país más rico del mundo.
Yo quería decirles a ustedes, compañeros y compañeras, que ustedes no pueden, a diferencia de nosotros, que tenemos que luchar cada día, para conquistar cada día, una parte de lo que ustedes conquistaron cincuenta años atrás, es que ustedes tienen que luchar cada vez más, para no permitir que pierdan aquello que conquistaron durante años y años y años con mucha lucha. Esta crisis económica no es culpa de ningún trabajador, no es culpa de ningún negro, ningún blanco, no es culpa de ningún indio. La culpa es de la irresponsabilidad del sistema financiero y de los gobernantes que no regularon el sistema financiero. Por eso les quiero decir: ahora hay que luchar cada vez más, ahora queremos decirles que la democracia no es solo el derecho de reclamar, democracia es el derecho de conquistar, es el derecho de trabajar, es el derecho de estudiar, es el derecho a sindicalizar y es el derecho de poder protesta. Yo estoy seguro que el sindicalismo que ustedes conquistaron en el siglo no va a permitir que, por la irresponsabilidad del sistema financiero y de gobernantes que no regularon el sistema financiero, los trabajadores paguen con la pérdida de sus casas, con la pérdida de sus empleos y con la pérdida de sus salarios. Quiero terminar, diciéndoles que cuenten conmigo, porque si un trabajador metalúrgico en Brasil, consiguió hacer lo que hicimos en Brasil, seguramente ustedes, con mucha más razón, pueden hacer mucho más en Estados unidos, no permitir que haya retroceso para los trabajadores. Buena convención, un abrazo y hasta la próxima si Dios quiere.