Brasil es lo novedoso en el combate al hambre

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El continente africano necesita enfrentar el problema del hambre de forma duradera y romper el ciclo de dependencia de las donaciones humanitarias. El problema del hambre en el continente no es una cuestión económica, sino política. Y Brasil puede ayudar mucho con su experiencia de éxito en el combate al hambre y a la miseria. Esa es la opinión del consultor en seguridad alimentaria Mafa Chipeta, ex coordinador subregional para África Oriental y representante de la FAO en Etiopía. Chipeta visitó el Instituto Lula, en São Paulo, y repitió una frase que ya había proferido durante el encuentro “Un mundo sin hambre: estrategias de superación de la miseria”, realizado por la revista Carta Capital el miércoles 11: “La protección de África no se puede basar en la caridad perpetua”. El encuentro contó con la presencia del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, de la activista liberiana Leymah Gbowee, Premio Nobel de la Paz, y de la ministra de Desarrollo Social Tereza Campello.

África tiene recursos, faltan ideas y acción
Chipeta elogió el modelo brasileño y dijo que el país puede ayudar, no con más dinero, sino mostrando cómo usar mejor el dinero que ya existe para un desarrollo sostenible. “El Bolsa Familia, sin las condicionalidades, sin los niños en la escuela y vacunados, no sería tan importante como es hoy”, opina. Para Chipeta, el desarrollo africano ha sufrido mucho con la dependencia de la ayuda humanitaria. “África tiene recursos, el tema ahora no es económico o climático, es político. Y Brasil tiene la tecnología y la experiencia en políticas públicas para apoyar un desarrollo independiente del continente”.

Lea a continuación los principales trechos de la entrevista con Mafa Chipeta en el Instituto Lula:
¿Cómo evalúa usted los programas de combate al hambre actualmente en curso en África??Durante mucho tiempo el desarrollo africano fue cercenado por la idea de que la ayuda humanitaria sería la solución. Eso ha creado una dependencia muy grande. Yo me he pasado buena parte la vida trabajando para la FAO y captando recursos para la seguridad alimentaria en África. Hoy miro hacia atrás y no veo ningún rastro de esos recursos. No ha quedado ningún legado. Etiopía cuenta con US$ 2 mil millones de ayuda social y otros US$ 2 mil millones en redes de protección. Ese dinero es usado para recuperar áreas degradadas o para las compras de emergencia de comida. Y no hay nada para el desarrollo agrícola. Como resultado, cada año el país enfrenta una crisis y vuelve a mendigar por más comida. Y, para ser sincero, a muchos gobernantes les resulta cómoda esa idea de ayuda humanitaria y contribuyen para eternizar esa dependencia.

¿Cuál es la alternativa??Necesitamos ayuda, sí, pero también necesitamos que las personas vengan a África a invertir y obtener ganancias. En mi país, Malawi, el gobierno concentra esfuerzos apenas en el pequeño agricultor, desde hace décadas. Los años pasan y los pequeños siguen siempre pequeños. Por otro lado, en Malawi occidental, donde hay algunos grandes productores, los conflictos son enormes. La ayuda humanitaria no resuelve nada de eso. Brasil tiene una experiencia que incentivó tanto al agronegocio, con el Ministerio de Agricultura, como a los pequeños, con el Ministerio de Desarrollo Social. Brasil puede ayudar a usar mejor el dinero, no a traer más dinero.

Si el problema no es dinero, ¿que falta para combatir el hambre en África??Ayer en el encuentro recordé una frase del presidente Lula en África, “necesitamos tener el hambre y la miseria como responsabilidades institucionales, no solo incluirla en el presupuesto”. Básicamente necesitamos tecnología y conocer las políticas exitosas. Brasil tiene las dos cosas. La FAO y otros organismos están desde hace décadas trabajando en el combate al hambre en el continente. Creo que Brasil es quien puede aportar algo nuevo a la discusión. Hay, en África, una admiración por los ejemplos de Brasil, China, India y también Malasia, que es hoy uno de los grandes inversores en África. Por primera vez, esos países emergentes han mostrado que es posible evolucionar de manera independiente, sustituyendo las viejas relaciones coloniales. África tiene recursos, falta encontrar las ideas correctas, como esos países han encontrado.

La presidenta de su país vendió recientemente el avión presidencial para combatir el hambre …?Sí, y mucha gente quedó descontenta con la medida. Ella usó ese dinero para comprar maíz, cambiando un activo por un producto consumible. Gastar ese avión para comprar comida es alentar aún más la ineficiencia. Cada tres años Malawi sufre una sequía y tiene una mala cosecha. Nunca vamos a lograr librarnos de eso produciendo una tonelada y media de maíz por hectárea. Tenemos que aumentar la eficiencia y empezar a producir tres o cuatro toneladas. La venta del avión no contribuyó en nada para esa mejora.

Usted participó del seminario de combate al hambre organizado en Adís Abeba por la Unión Africana, la FAO y el Instituto Lula. ¿Qué le parecieron los resultados??Me pareció muy importante la decisión de trabajar con países específicos: Angola, Etiopía, Malawi y Níger. Pues cada país tiene su realidad y es imposible trabajar con 54 realidades al mismo tiempo. Como dije en el encuentro ayer, la protección de África no se puede basar en la caridad perpetua. Tiene que haber un esfuerzo político para un desarrollo independiente de los países, basado en la producción y en remuneración y ganancias justas a los productores.